En un contexto donde los estándares globales exigen cada vez más a las empresas asumir responsabilidad activa por los derechos humanos en sus operaciones y cadenas de valor, el concepto de apalancamiento se vuelve una herramienta estratégica esencial. Según los Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (PRNU), las empresas deben prevenir, mitigar y remediar los impactos adversos que puedan causar o a los que estén directamente vinculadas. Pero, ¿cómo actuar eficazmente cuando no se tiene control directo sobre esos impactos? La respuesta: usar el apalancamiento.
¿Qué es el apalancamiento en derechos humanos?
El apalancamiento se refiere a la capacidad de influir en el comportamiento de otras entidades (como proveedores, contratistas, socios comerciales o incluso gobiernos) para que eviten o mitiguen impactos negativos sobre los derechos humanos. No se trata de tener autoridad directa, sino de saber movilizar relaciones, incentivos, asociaciones y creatividad para generar cambios positivos.
Tipos de apalancamiento
El Business Practice Portal del GBIHR identifica cinco formas clave de apalancamiento:
- Contractual: incluir cláusulas claras sobre derechos humanos en contratos y acuerdos comerciales.
- Comercial: utilizar incentivos económicos, como condiciones de renovación o acceso preferente a mercados.
- Relacional: basarse en relaciones de largo plazo para generar confianza y diálogo con socios clave.
- Colaborativo: trabajar junto con otras empresas o actores en iniciativas sectoriales para aumentar la presión colectiva.
- Político o Público: ejercer influencia a través de foros públicos, participación en políticas públicas o presión diplomática.
Usar el apalancamiento de forma estratégica
Para que el apalancamiento sea efectivo, las empresas deben:
- Comprender el contexto: Analizar las causas estructurales del impacto y la posición de la empresa en la cadena de valor.
- Evaluar riesgos y oportunidades: Priorizar dónde aplicar influencia en función de la severidad y probabilidad del impacto.
- Actuar con coherencia: Alinear mensajes, políticas y prácticas internas para evitar contradicciones.
- Registrar y comunicar avances: Documentar esfuerzos, incluso si no se logra revertir el impacto, demuestra compromiso y aprendizaje continuo.
¿Qué pasa si no se logra influir?
Cuando el apalancamiento no es suficiente para prevenir o mitigar un impacto severo, los Principios Rectores indican que la empresa debe considerar suspender o terminar la relación comercial, siempre que dicha acción no cause aún más daño a las personas afectadas. Esta decisión debe evaluarse con criterio de proporcionalidad y responsabilidad compartida.
Conclusión
Usar el apalancamiento de forma estratégica no solo fortalece la debida diligencia en derechos humanos, sino que también posiciona a la empresa como un actor responsable, resiliente y alineado con los estándares internacionales. En un entorno donde los inversores, clientes y reguladores exigen mayor transparencia y acción, desarrollar capacidades para ejercer influencia efectiva es una ventaja competitiva clave.
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